Correr es una de las actividades físicas más accesibles y beneficiosas para la salud. Sin embargo, hacerlo correctamente marca la diferencia entre disfrutar del entrenamiento y sufrir lesiones o agotamiento innecesario. Por eso, aprender y aplicar técnicas para correr adecuadas resulta fundamental tanto para quienes están comenzando como para corredores con experiencia que desean mejorar su rendimiento.
En este artículo vamos a profundizar en tres pilares básicos: la postura, la respiración y la zancada. Cada uno de estos aspectos influye directamente en la eficiencia del movimiento, en la prevención de lesiones y en la capacidad de mantener la energía durante más tiempo.
Conviértete en un profesional del running con nuestro máster.
Índice de contenidos
La importancia de unas buenas técnicas para correr
Mantener la postura correcta es el primer paso para aplicar técnicas para correr de manera eficiente. El cuerpo debe alinearse de forma natural, evitando rigidez pero sin caer en una postura desordenada. La cabeza conviene mantenerla erguida, mirando hacia adelante, con el cuello relajado. Los hombros deben ir sueltos y ligeramente hacia atrás, nunca encogidos.
El tronco se mantiene recto con una ligera inclinación hacia adelante que facilita el impulso. Este detalle evita una presión excesiva en la zona lumbar y permite que el movimiento fluya de manera más natural. Los brazos también juegan un papel clave: deben moverse paralelos al cuerpo en un ángulo cercano a 90 grados, acompañando el ritmo de la carrera y aportando equilibrio.
Adoptar esta postura no solo mejora la eficiencia, sino que ayuda a reducir la tensión en las articulaciones y a aprovechar mejor la energía en cada zancada.
Respiración: el motor oculto de la carrera
Entre las técnicas para correr que suelen pasarse por alto, la respiración ocupa un lugar central. Una buena oxigenación es lo que permite que los músculos reciban la energía necesaria para sostener el esfuerzo. Respirar de manera superficial o desordenada conduce rápidamente al cansancio y limita el rendimiento.
Lo más recomendable es practicar una respiración diafragmática, profunda y rítmica. Esto significa inhalar llenando el abdomen y no solo el pecho. Además, conviene establecer un patrón, por ejemplo, inhalar en dos pasos y exhalar en otros dos. Este tipo de respiración rítmica sincroniza el movimiento con el aporte de oxígeno y evita la sensación de ahogo.
También es importante adaptar la respiración al tipo de entrenamiento. En una carrera suave, mantener un ritmo constante y relajado será suficiente. En cambio, en sesiones de mayor intensidad, la respiración debe acelerarse de forma controlada, siempre asegurando que la exhalación sea completa para liberar el dióxido de carbono acumulado.
Te puede interesar:
Tipos de zancada y cómo mejorarlas
La zancada es uno de los aspectos más estudiados en las técnicas para correr, ya que su correcta ejecución determina la economía del esfuerzo. Existen principalmente tres tipos de zancada: la corta, la media y la larga. Cada una tiene ventajas y aplicaciones distintas según el objetivo y el tipo de carrera.
La zancada corta suele usarse en entrenamientos de resistencia o en distancias largas, porque reduce el impacto y conserva la energía. La zancada media es la más equilibrada y se adapta tanto a entrenamientos de fondo como a carreras de media distancia. Por último, la zancada larga, que implica una mayor extensión de las piernas, es propia de carreras rápidas o sprints, ya que permite alcanzar más velocidad en menos tiempo.
Para mejorar la zancada conviene trabajar en la técnica de pisada, procurando que el pie aterrice con la parte media o delantera, evitando apoyar primero el talón con demasiada fuerza. Este detalle no solo mejora la propulsión, sino que disminuye el riesgo de lesiones en tobillos y rodillas.
Correr bien no consiste únicamente en sumar kilómetros. La clave está en aplicar de manera consciente las técnicas para correr adecuadas: cuidar la postura, dominar la respiración y optimizar la zancada. Estos tres elementos combinados permiten mejorar el rendimiento, reducir la fatiga y disfrutar más de cada entrenamiento.
Si empiezas a prestar atención a estos aspectos, notarás cómo tu experiencia al correr cambia por completo. La eficiencia aumenta, las lesiones disminuyen y la sensación de control sobre tu propio cuerpo se convierte en un aliado permanente en tu camino como corredor.