En la era digital actual, donde la comodidad se encuentra al alcance de un clic, la inactividad física se ha convertido en una preocupación creciente. A medida que se adoptan estilos de vida más sedentarios, es crucial reconocer y comprender los riesgos asociados con la falta de ejercicio.

El artículo de hoy está orientado a explicarte con detalle los peligros que conlleva la inactividad física y cómo esta afecta a la salud de las personas en diversos aspectos. ¿Nos acompañas? ¡Empezamos!

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Los riesgos de la inactividad física

Un estilo de vida sedentario es un factor de riesgo muy importante para una mala salud, ya que duplica las posibilidades de que surja una enfermedad cardiovascular, diabetes u obesidad, entre otros.

Hoy te presentamos algunos riesgos considerados los más frecuentes y provocados por la inactividad física.

Aumento de peso corporal

El aumento de peso corporal es uno de los riesgos más evidentes de la inactividad física. La falta de ejercicio contribuye directamente al desequilibrio entre las calorías consumidas y las quemadas, por lo que cuando no se queman suficientes calorías a través del ejercicio, el exceso se almacena como grasa. Este aumento de peso no solo afecta la apariencia física, sino que también incrementa el riesgo de desarrollar condiciones de salud como la obesidad, la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

Disminución de la elasticidad y movilidad articular

La inactividad prolongada puede llevar a la rigidez y la pérdida de flexibilidad en las articulaciones. Cuando los músculos no se utilizan regularmente, tienden a acortarse, lo que afecta la movilidad articular. Esta falta de flexibilidad no solo limita la capacidad de movimiento, sino que también aumenta la probabilidad de lesiones musculares y articulares.

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Ralentización de la circulación

El sistema circulatorio sufre cuando no se activa regularmente. La inactividad contribuye a la ralentización del flujo sanguíneo, lo que puede resultar en problemas como la hipertensión y la acumulación de placas en las arterias. La falta de ejercicio también afecta negativamente la eficiencia del sistema cardiovascular, poniendo en riesgo la salud del corazón y aumentando las posibilidades de enfermedades cardiovasculares.

Dolores y lesiones

La inactividad física puede desencadenar dolores crónicos, especialmente en áreas como la espalda y los músculos. La falta de movimiento puede debilitar los músculos de soporte, lo que lleva a una mayor propensión a lesiones y molestias. Además, la falta de ejercicio puede contribuir al desarrollo de condiciones como la osteoporosis, aumentando el riesgo de fracturas y lesiones óseas.

Tendencia a enfermedades crónicas degenerativas

La inactividad física se ha vinculado estrechamente con el aumento de la incidencia de enfermedades crónicas degenerativas. La diabetes tipo 2, la hipertensión, y otras enfermedades metabólicas encuentran terreno fértil en cuerpos que no se mueven con regularidad. La actividad física regular no solo ayuda a prevenir estas enfermedades, sino que también juega un papel crucial en la gestión de las mismas.

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Disminución del nivel de concentración

El cerebro también se ve afectado por la inactividad física. La falta de ejercicio reduce el flujo sanguíneo al cerebro, lo que puede afectar la cognición y la concentración. La actividad física regular ha demostrado ser beneficiosa para la función cognitiva y puede ayudar a prevenir trastornos neurodegenerativos a medida que envejecemos.

Los riesgos de la inactividad física son multifacéticos y afectan no solo a la apariencia física, sino también a la salud general. Adoptar un estilo de vida activo es esencial para prevenirlos y promover un bienestar óptimo. Así pues, invertir tiempo en hacer ejercicio tiene impactos positivos en la salud mental y emocional, aparte de en la física.

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