En la sociedad actual, el término “obesidad” se escucha con frecuencia, a menudo utilizado indistintamente con “sobrepeso”. Sin embargo, existe una diferencia entre el sobrepeso y la obesidad que es importante comprender para abordar adecuadamente las preocupaciones de salud relacionadas.

En el Día Mundial de la Obesidad, exploraremos y entenderemos estas diferencias para promover hábitos de vida más saludables y combatir este creciente problema de salud pública.

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¿Cómo se define el sobrepeso y la obesidad?

Ambos se emplean para describir el exceso de peso corporal en relación con la estatura y la composición corporal. Sin embargo, la diferencia entre sobrepeso y obesidad radica en la cantidad de peso adicional y los riesgos para la salud asociados.

Antes de entrar en detalle sobre cada uno, es importante conocer la métrica IMC y cómo calcularla.

¿Qué es y cómo calcular el IMC?

El Índice de Masa Corporal (IMC) es una medida utilizada para evaluar el peso corporal en relación con la estatura de una persona.

Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilogramos por el cuadrado de su estatura en metros (kg/m²).

La fórmula matemática es la siguiente: IMC = Peso (kg) / Estatura (m)2

  • IMC = 70 / 1.752 = 22.86

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Esta métrica se interpreta en diferentes categorías de peso:

  • Bajo peso. < 18.5 kg/m²
  • Peso normal. Entre 18.5 y 24.9 kg/m²
  • Sobrepeso. Entre 25 y 29.9 kg/m²
  • Obesidad. ≥ 30 kg/m²

Así pues, la persona de nuestro ejemplo se encontraría en un peso normal.

Debemos tener en cuenta que el IMC no diferencia entre la masa muscular y la masa grasa, por lo que puede no ser una medida precisa para todas las personas, especialmente aquellas con una gran cantidad de músculo, como los atletas.

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Diferencia entre sobrepeso y obesidad

Por un lado, el sobrepeso se define generalmente como un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 25 kg/m². Si bien el sobrepeso puede indicar un aumento del riesgo de problemas de salud, como enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2, no siempre implica la presencia de complicaciones de salud graves.

La obesidad, por otro lado, se caracteriza por un IMC igual o superior a 30 kg/m². La obesidad se subdivide en tres categorías según la gravedad:

  • Obesidad de grado 1. Entre 30-34.9 kg/m²
  • Obesidad de grado 2. Entre 35-39.9 kg/m²
  • Obesidad de grado 3 (obesidad mórbida). ≥ 40 kg/m²

La obesidad conlleva un mayor riesgo de desarrollar una serie de problemas de salud graves, incluyendo enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, hipertensión arterial, apnea del sueño, ciertos tipos de cáncer y trastornos metabólicos, entre otros.

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¿Qué tipo de ejercicio puede hacer una persona obesa?

Debido a las limitaciones físicas y de movilidad que pueden enfrentar las personas con obesidad, deben elegirse actividades adecuadas que sean seguras, efectivas y que se ajusten a sus necesidades individuales.

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Aquí hay algunas opciones de ejercicios recomendados para personas obesas:

  • Ejercicios de bajo impacto. Actividades como caminar, nadar, montar en bicicleta estática o en el agua, y utilizar máquinas elípticas son excelentes opciones, ya que minimizan el estrés en las articulaciones y reducen el riesgo de lesiones.
  • Entrenamiento de fuerza. El entrenamiento de fuerza, utilizando pesas libres, máquinas de pesas o ejercicios de resistencia corporal, aumenta la masa muscular, mejora el metabolismo y fortalece los huesos y las articulaciones.
  • Yoga y pilates. Estas disciplinas ofrecen una combinación de ejercicios de estiramiento, fortalecimiento y equilibrio, especialmente útiles para mejorar la flexibilidad, la postura y el control del cuerpo.
  • Actividades recreativas. Participar en actividades recreativas como bailar, jugar al golf, al tenis de mesa o al bádminton es una forma divertida y motivadora de realizar ejercicio físico.

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¿Qué beneficios aporta el ejercicio a los adultos con obesidad?

El ejercicio regular ofrece una amplia gama de beneficios que va más allá de la pérdida de peso, siendo algunos de ellos:

  1. Mejora de la salud cardiovascular. El ejercicio aeróbico fortalece el corazón y los pulmones, mejora la circulación sanguínea y reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares, que son comunes en personas con obesidad.
  2. Control de la glucosa en sangre.  Mejorar la sensibilidad a la insulina y a controlar los niveles de glucosa en sangre, lo que es beneficioso para las personas con obesidad y diabetes tipo 2.
  3. Reducción del riesgo de enfermedades crónicas. Reduce el riesgo de desarrollar una variedad de enfermedades crónicas, incluyendo diabetes tipo 2, hipertensión arterial, enfermedades del corazón, ciertos tipos de cáncer y trastornos metabólicos.
  4. Mejora del estado de ánimo y bienestar mental. Libera endorfinas, los neurotransmisores que promueven sensaciones de bienestar y reducen el estrés y la ansiedad.
  5. Fortalecimiento muscular y óseo. El ejercicio de resistencia y fuerza ayuda a fortalecer los músculos y los huesos, lo que puede mejorar la función física, la movilidad y la calidad de vida en general.
  6. Mejora de la calidad del sueño. Promueve un sueño más profundo y reparador, lo que es importante para la salud física y mental.
  7. Pérdida de peso y control de peso. Por último, el ejercicio regular, combinado con una alimentación saludable, ayuda a las personas con obesidad a perder peso y mantenerlo a largo plazo. La actividad física aumenta el gasto de energía y ayuda a quemar calorías, lo que conduce a una reducción de la grasa corporal.